En el centro histórico de Sellano se encuentra la pequeña iglesia parroquial de Santa María, construida en el siglo XIII y reconstruida casi totalmente en el siglo XVI.
En su interior hay valiosas y notables obras de arte: algunas pinturas que datan de los siglos XVI y XVII, un púlpito tallado en madera de nogal y un tríptico sobre fondo de oro que data del siglo XV.
La importancia del edificio está ligada al hecho de que en su interior, en una urna de metal dorado situada cerca del altar se conservan los restos del Beato Giolo, un ermitaño que vivió entre los siglos XIIIy XIV, y que más tarde se convirtió en el patrón de Sellano.